FIESTAS
CHONTALES
En los pueblos chontales de Nacajuca existen festividades dedicadas al santo patrono y otros santos, que requieren para su realización la asignación de funcionarios organizados en mayordomías. El patrón o mayordomo de cada pueblo es el encargado de gestionar y organizar las festividades religiosas, con la cooperación física y económica de acuerdo a las posibilidades de los habitantes de cada comunidad. Este funcionario es elegido por el pueblo, siempre y cuando realice las actividades que le fueron encomendadas conforme a las tradiciones y costumbres de cada poblado, por un periodo de tres años o de lo contrario puede ser cambiado en menos tiempo.
Entre otras festividades destacan por su importancia las dedicadas al mes de noviembre, donde se recuerda a los muertos con ofrendas, rezos y altares religiosos bien adornados, que los habitantes de las comunidades colocan en sus casas.
Las celebraciones a los santos patronos son actos que caen dentro de lo ritual, ya que su objetivo principal es propiciar la veneración de las imágenes de los santos con danzas y múltiples ofrendas para que los habitantes de cada poblado puedan esperar tranquilos y confiados que les vaya bien durante todo el año, que tengan una buena siembra y una abundante cosecha, además de bienestar familiar.
A las festividades patronales llegan devotos del santo o quienes van a cumplir una promesa o manda hecha a dicho santo. Otros van únicamente con el afán de divertirse, hacer negocios instalando un puesto donde ofrecer sus mercancías, ya que en estas fiestas se une lo divino con lo profano y siempre se acompañan de una feria popular en la que no faltan juegos mecánicos, juegos de azar, música y baile.
Para estas ocasiones se adornan con especial cuidado exterior e interior de la iglesia, utilizando cadenas de papel de china con los colores de la Bandera Nacional y banderitas que son del mismo papel, nada más que picado y en diferentes colores. Son los hombres quienes se encargan de arreglar todo, ya que a la mujer no se le tiene permitido participar en estos menesteres.
Las ceremonias en las iglesias de las comunidades chontales se desarrollan según los esquemas tradicionales con la celebración de la misa, la cual alcanza un gran esplendor y la gente asiste gustosa a ellas con sus mejores ropas, aprovechando los jóvenes esta oportunidad para escoger y conseguir pareja.
Aparte de las actividades religiosas y la pequeña feria, la conmemoración se alegra con bailes, corridas de toros y en ocasiones con carreras de caballos, aunque no en todos los pueblos chontales se realiza este tipo de eventos.
Generalmente durante la primera noche de la fiesta o velación que tiene cada comunidad chontal se comienza con las ofrendas rituales que se hacen en honor del santo patrono (por lo regular se realizan por promesas); los velorios nocturnos comienzan desde la víspera. Durante estos festejos se baila la danza El Baila Viejo y entre otras la de El Gigante y el Caballito, acompañada de música autóctona que procede de tambores de madera y una flauta de carrizo.
Cuando es en la casa del patrón o mayordomo, es él quien se encarga de repartir entre los asistentes al convivio la bebida de balché o guarapo y la tradicional comida de uliche, además de los sabrosos tamalitos de frijol envueltos en hoja de to.
Cabe señalar que en la casa donde era la fiesta las mujeres tenían por costumbre comer en un apartado y los hombres en otro. No podían estar juntos.
En las comidas que organizan durante las festividades religiosas realizan una ceremonia muy especial que consiste en que el más anciano sahuma con incienso al santo que se celebra, se arrodilla y le pide maíz, plátano, yuca, calabaza, etcétera, esto es los diversos productos con que se alimentan, o lo que es lo mismo, le piden tener buenas y abundantes cosechas.
Al día siguiente, en la mera fecha de la celebración, desde muy temprano se dejan escuchar los llamados voladores que llevan en sus puntas bombas de mecate que explotan en el aire, para iniciar la ceremonia de las enramas a partir de las doce del día.
Para estas fiestas llegan peregrinaciones de pueblos cercanos que llevan algunas enramas como regalo. Cuando a ellos les corresponda festejar a su santo patrono, la comunidad devolverá la visita de la misma forma. Esta reciprocidad de obsequios es una costumbre entre los pueblos chontales.
Después de estas actividades se utilizan los servicios de un rezador o rezandero que en su nativo dialecto chontal emite el ofrecimiento a Dios, mientras que los cantos y rezos son pronunciados en español, llevando en sus manos un sahumerio con incienso, comenzando la reverencia al santo patrono y después hace lo mismo a los cuatro puntos cardinales, para luego arrodillarse y venerar en el altar al santo que se celebra.
Los donadores y demás habitantes del pueblo llevan consigo ramitos de albahaca y flores que tallan alrededor de la imagen del santo que se celebra, con los que enseguida se hacen las famosas limpias, que consisten en pasarse las hojas y flores por todo el cuerpo, en la creencia de que el santo les purifica, librándolos de todo mal. Después el rezador hace las funciones de intermediario a favor de los donadores ante el santo patrón.
Cabe mencionar que en las fiestas de las iglesias los tamborileros apenas tocan en algunos momentos rituales como la bajada y subida del altar de los santos que se celebren.
Por lo general, la fiesta del pueblo finaliza al término del baile popular que casi siempre es amenizado por un conjunto musical; por lo regular, el sitio donde se realizan tales eventos es la explanada del parque, donde participa toda la comunidad.
Estas celebraciones, más que fiesta religiosa, son motivo de esparcimiento que los indígenas aprovechan para salir de la vida monótona.
En los pueblos chontales de Nacajuca existen festividades dedicadas al santo patrono y otros santos, que requieren para su realización la asignación de funcionarios organizados en mayordomías. El patrón o mayordomo de cada pueblo es el encargado de gestionar y organizar las festividades religiosas, con la cooperación física y económica de acuerdo a las posibilidades de los habitantes de cada comunidad. Este funcionario es elegido por el pueblo, siempre y cuando realice las actividades que le fueron encomendadas conforme a las tradiciones y costumbres de cada poblado, por un periodo de tres años o de lo contrario puede ser cambiado en menos tiempo.
Entre otras festividades destacan por su importancia las dedicadas al mes de noviembre, donde se recuerda a los muertos con ofrendas, rezos y altares religiosos bien adornados, que los habitantes de las comunidades colocan en sus casas.
Las celebraciones a los santos patronos son actos que caen dentro de lo ritual, ya que su objetivo principal es propiciar la veneración de las imágenes de los santos con danzas y múltiples ofrendas para que los habitantes de cada poblado puedan esperar tranquilos y confiados que les vaya bien durante todo el año, que tengan una buena siembra y una abundante cosecha, además de bienestar familiar.
A las festividades patronales llegan devotos del santo o quienes van a cumplir una promesa o manda hecha a dicho santo. Otros van únicamente con el afán de divertirse, hacer negocios instalando un puesto donde ofrecer sus mercancías, ya que en estas fiestas se une lo divino con lo profano y siempre se acompañan de una feria popular en la que no faltan juegos mecánicos, juegos de azar, música y baile.
Para estas ocasiones se adornan con especial cuidado exterior e interior de la iglesia, utilizando cadenas de papel de china con los colores de la Bandera Nacional y banderitas que son del mismo papel, nada más que picado y en diferentes colores. Son los hombres quienes se encargan de arreglar todo, ya que a la mujer no se le tiene permitido participar en estos menesteres.
Las ceremonias en las iglesias de las comunidades chontales se desarrollan según los esquemas tradicionales con la celebración de la misa, la cual alcanza un gran esplendor y la gente asiste gustosa a ellas con sus mejores ropas, aprovechando los jóvenes esta oportunidad para escoger y conseguir pareja.
Aparte de las actividades religiosas y la pequeña feria, la conmemoración se alegra con bailes, corridas de toros y en ocasiones con carreras de caballos, aunque no en todos los pueblos chontales se realiza este tipo de eventos.
Generalmente durante la primera noche de la fiesta o velación que tiene cada comunidad chontal se comienza con las ofrendas rituales que se hacen en honor del santo patrono (por lo regular se realizan por promesas); los velorios nocturnos comienzan desde la víspera. Durante estos festejos se baila la danza El Baila Viejo y entre otras la de El Gigante y el Caballito, acompañada de música autóctona que procede de tambores de madera y una flauta de carrizo.
Cuando es en la casa del patrón o mayordomo, es él quien se encarga de repartir entre los asistentes al convivio la bebida de balché o guarapo y la tradicional comida de uliche, además de los sabrosos tamalitos de frijol envueltos en hoja de to.
Cabe señalar que en la casa donde era la fiesta las mujeres tenían por costumbre comer en un apartado y los hombres en otro. No podían estar juntos.
En las comidas que organizan durante las festividades religiosas realizan una ceremonia muy especial que consiste en que el más anciano sahuma con incienso al santo que se celebra, se arrodilla y le pide maíz, plátano, yuca, calabaza, etcétera, esto es los diversos productos con que se alimentan, o lo que es lo mismo, le piden tener buenas y abundantes cosechas.
Al día siguiente, en la mera fecha de la celebración, desde muy temprano se dejan escuchar los llamados voladores que llevan en sus puntas bombas de mecate que explotan en el aire, para iniciar la ceremonia de las enramas a partir de las doce del día.
Para estas fiestas llegan peregrinaciones de pueblos cercanos que llevan algunas enramas como regalo. Cuando a ellos les corresponda festejar a su santo patrono, la comunidad devolverá la visita de la misma forma. Esta reciprocidad de obsequios es una costumbre entre los pueblos chontales.
Después de estas actividades se utilizan los servicios de un rezador o rezandero que en su nativo dialecto chontal emite el ofrecimiento a Dios, mientras que los cantos y rezos son pronunciados en español, llevando en sus manos un sahumerio con incienso, comenzando la reverencia al santo patrono y después hace lo mismo a los cuatro puntos cardinales, para luego arrodillarse y venerar en el altar al santo que se celebra.
Los donadores y demás habitantes del pueblo llevan consigo ramitos de albahaca y flores que tallan alrededor de la imagen del santo que se celebra, con los que enseguida se hacen las famosas limpias, que consisten en pasarse las hojas y flores por todo el cuerpo, en la creencia de que el santo les purifica, librándolos de todo mal. Después el rezador hace las funciones de intermediario a favor de los donadores ante el santo patrón.
Cabe mencionar que en las fiestas de las iglesias los tamborileros apenas tocan en algunos momentos rituales como la bajada y subida del altar de los santos que se celebren.
Por lo general, la fiesta del pueblo finaliza al término del baile popular que casi siempre es amenizado por un conjunto musical; por lo regular, el sitio donde se realizan tales eventos es la explanada del parque, donde participa toda la comunidad.
Estas celebraciones, más que fiesta religiosa, son motivo de esparcimiento que los indígenas aprovechan para salir de la vida monótona.
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