Cultura
mixteca
La cronología de la cultura mixteca es una de las más extensas de Mesoamérica
por su continuidad y antigüedad. Comienza como resultado de la diversificación
cultural de los pueblos de habla otomangueana en el área de Oaxaca. Los
mixtecos compartieron numerosos rasgos culturales con sus vecinos zapotecos. De
hecho, ambos pueblos se denominan a sí mismos como «gente de la lluvia o de la
nube». La evolución divergente de los mixtecos y los zapotecos, favorecida por
el entorno ecológico, alentó la concentración urbana en las ciudades de San
José Mogote y Monte Albán; mientras que en los valles de la sierra Mixteca la
urbanización siguió un patrón de menores concentraciones humanas en numerosas
poblaciones. Las relaciones entre mixtecos y zapotecos fueron constantes
durante el Preclásico, cuando la Mixteca también se incorporó definitivamente a
la red de relaciones panmesoamericanas. Algunos productos mixtecos se
encuentran entre los objetos de lujo hallados en el área nuclear olmeca. Durante
el Clásico, el apogeo de Teotihuacan y Monte Albán fueron un elemento que
estimuló el florecimiento de la región Ñuiñe (Mixteca Baja). En ciudades como Cerro
de las Minas se han encontrado estelas que muestran un estilo de escritura que
combina elementos de la escritura de Monte Albán y de Teotihuacan. La
influencia de los zapotecos se observa en las numerosas urnas halladas en los
sitios de la Mixteca Baja, que representan casi siempre al dios viejo del
fuego. En ese mismo contexto, la Mixteca Alta vio el colapso de Yucunundahua
(Huamelulpan), y la balcanización de la zona. La concentración del poder en
Ñuiñe fue causa de conflictos entre las ciudades de la región y los estados de
la Mixteca Alta, lo que explica la fortificación de las ciudades ñuiñe. El
ocaso de la cultura ñuiñe coincide con el de Teotihuacan y Monte Albán. Al
terminar el Clásico mesoamericano (ss. VII y VIII) muchos elementos de la
cultura clásica de la Mixteca Baja cayeron en desuso y fueron olvidados. A
partir del siglo X se dan las condiciones que permitieron el florecimiento de
la cultura mixteca. El temperamento político de Ocho Venado lo condujo a
consolidar la presencia mixteca en La Costa. Allí fundó el reino de Tututepec
(Yucudzáa) y después emprendió una campaña militar para unificar numerosos
estados bajo su poder, entre ellos sitios tan importantes como Tilantongo (Ñuu
Tnoo Huahi Andehui). Esto no habría sido posible sin la alianza con Cuatro
Jaguar, señor de filiación nahua-tolteca que gobernaba Ñuu Cohyo (Tollan-Chollollan).
El reinado de Ocho Venado concluyó con su asesinato a manos del hijo de una
noble señora que a su vez fue asesinada por el propio Ocho Venado. Durante todo
el Posclásico se intensificó la red de alianzas dinásticas entre los estados
mixtecos y zapotecos, aunque paradójicamente aumentó la rivalidad entre ambos
pueblos. Sin embargo, actuaron en conjunto para defenderse de las incursiones mexicas.
México-Tenochtitlan y sus aliados se alzarían con la victoria sobre estados tan
poderosos como Coixtlahuac (Yodzo Coo), que fue incorporado como provincia
tributaria del Imperio azteca. Sin embargo, Yucudzáa (Tututepec) mantuvo su
independencia y ayudó a los zapotecos a resistir en el istmo de Tehuantepec.
Cuando los españoles llegaron a La Mixteca, muchos señores se sometieron
voluntariamente como vasallos de España y conservaron algunos privilegios.
Otros señoríos intentaron resistir, pero fueron vencidos militarmente. De
acuerdo con su mitología, los mixtecos eran descendientes de los hijos del árbol
de Apoala. Uno de estos hijos venció al Sol y ganó la tierra para el pueblo
mixteco. La divinidad principal de los mixtecos en la época prehispánica era Dzahui,
dios de la lluvia y patrono de la nación mixteca. Otra divinidad de gran
importancia era Nueve Viento-Coo Dzahui, héroe civilizador que les entregó el
conocimiento de la agricultura y la civilización. La historia y la mitología de
los mixtecos prehispánicos se conserva en varios códices, algunos originales de
la época prehispánica. En estos códices los mixtecos también dieron muestra de
sus habilidades en las artes menores como el tallado en madera y en hueso, la
textilería y el arte plumario. Además fueron consumados orfebres y alfareros,
como muestran las varias piezas que se conservan en varios museos alrededor del
mundo. El territorio histórico de los mixtecos se localiza en el sur de México.
Con una superficie superior a los 40 000 km², La Mixteca —como se le
conoce en la actualidad— ocupa el sur de Puebla, el este de Guerrero y el
poniente de Oaxaca. La Mixteca fue llamada Mixtecapan por los mexicas,
vocablo que significa en náhuatl País de los mixtecos. En la lengua
mixteca antigua, el país recibió el nombre de Ñuu Dzahui, que Janssen y Pérez
Jiménez traducen como País de la Lluvia. Los mixtecos nunca formaron una
unidad política que integrara a todos los poblados ocupados por miembros de ese
pueblo, aunque bajo el gobierno de Ocho Venado en Tilantongo se conformó la
mayor unidad política que conociera esa nación precolombina. El territorio
mixteco es muy diverso desde el punto de vista geográfico, aunque lo unifica la
presencia de grandes cadenas montañosas como la propia Sierra Mixteca o el Eje
Neovolcánico. Sin embargo, como observa Dahlgren, sus límites no son precisos,
puesto que su definición varía de acuerdo con el enfoque que se adopte. Desde
el punto de vista cultural, La Mixteca es el territorio donde habitan todos los
pueblos que han sido denominados mixtecos en diversas fuentes, aunque esta
delimitación no deja de presentar ambigüedades en tanto que los pueblos
mixtecos pudieron convivir con comunidades de otro origen étnico, aunque
emparentadas lingüística y culturalmente. La delimitación tentativa propuesta
por González Leyva indica que...
El lindero oeste de la Mixteca
se inicia en la costa del Pacífico, en Coahuitlán. De ahí, en línea recta, se
dirige a los pueblos de Ometepec e Igualapa (Guerrero), prosigue y alcanza el río
Atoyac de Puebla. Continúa por él hasta Tuzantlán (Puebla) —al noroeste de Acatlán,
Puebla. Desde aquí, en dirección oriente, los confines tocan los cerros Largo,
Palos Blancos, Pila y Gordo. En éste nace el río Gavilán, cuyo cauce pasa por
la localidad de Zapotitlán (Puebla), avanza por las faldas del cerro
Miahuatepec, se encuentra con el río Zapotitlán y, cerca de Coxcatlán (Puebla),
se une al río Salado. Su ribera llega a Quiotepec (Oaxaca), se prolonga a Cuicatlán,
descarga en el río Grande y atraviesa el cañón de Tomellín. El río toma el
nombre de éste, reinicia su trayecto en sentido sur, cambia su denominación por
la de San Antonio, para concluir en el cerro Camote. De este sitio, la frontera,
otra vez en línea recta, corre a San Francisco Telixtlahuaca y Huitzio (sic)
(Oaxaca); se mueve por las escabrosas barrancas de La Culebra y Las Lomas de
Alas, y roza los pueblos de Huitepec, Totomachapa y Teojomulco. Se encamina
hacia los cerros Chinche y La Rana, los rebasa, cruza Mixtepec; se vuelve al
oeste con rumbo a Manialtepec, choca con esta población, reanuda su marcha y
finaliza en el Pacífico. De acuerdo con
sus características se suele dividir en varias regiones cuyos límites son
igualmente imprecisos. A pesar de ello, la subdivisión interna de la región es
un tema que cuenta con popularidad entre los especialistas. Desde la época
colonial se hacía una distinción entre las distintas zonas que componían La
Mixteca. La más simple la dividía en Mixteca Alta, correspondiente a la sierra
Mixteca, y Mixteca Baja, que abarcaba las tierras ubicadas en el piemonte de la
sierra Madre del Sur. Antonio de los Reyes indica en su Arte en lengua
mixteca que La Mixteca se divide en seis regiones: la que habitaban los chochos,
la oriental que lindaba con Los Valles, la Mixteca Alta o Ñudzavuiñuhu,
la Mixteca Baja o Ñuiñe, la región de la sierra de Putla o Ñuñuma,
y Nuñdaa, Ñundevi o Ñuñama en la llanura de la costa del
Pacífico. La Mixteca Alta es la zona que ocupan los valles intermontanos de
Tlaxiaco, Nochixtlán, Putla y Coixtlahuaca, enclavados en las estribaciones de
la Sierra Mixteca, una zona sumamente montañosa que constituye el punto en el
que se aproximan la Sierra Madre del Sur y el Eje Neovolcánico. El clima de
esta región va de templado a frío, y es relativamente más húmedo que en el
resto de las Mixtecas. En la Mixteca Alta nacen varios ríos que son afluentes
de cuencas tan importantes como la del río Balsas y el Atoyac. Al norte de la
Mixteca Alta se encuentra la Mixteca Baja, que comprende varios municipios del
noroeste de Oaxaca y el sur de Puebla. La Mixteca Baja se encuentra a menor
altitud que la Mixteca Alta, puesto que la altitud del terreno difícilmente
supera los 2000 msnm. Debido a esta característica, la Mixteca Baja es más
caliente y seca que el resto del territorio mixteco, razón por la que fue
llamada ñuiñe (idioma mixteco: Ñuuniñei, 'Tierra caliente' )?. La mayor parte de la Mixteca Baja forma parte de la cuenca del río
Balsas, que recibe las aguas de los ríos Atoyac, Acatlán, el Mixteco y otros
varios. El clima es típicamente el correspondiente a la selva baja caducifolia,
ecosistema que se caracteriza por una combinación de vegetación xerófita con
otras especies que crecen periódicamente en temporada de lluvia (que en la
región abarca los meses de verano y otoño). La mitología mixteca comparte
muchos elementos con el resto de las tradiciones mesoamericanas. Al igual que
en el caso de los mexicas o los mayas, los mixtecos también creían que vivían
en la «era» de un Quinto Sol y que, antes de su tiempo, el mundo había pasado
por una serie de creaciones y destrucciones. En el principio, la tierra era un
caos, en el que todo se hallaba confundido. Los espíritus de las fuerzas
creadoras volaban en el aire. Se conocen por sus nombres calendáricos,
asentados en los códices producidos por este pueblo. Estos espíritus eran Uno
Venado-Serpiente de Jaguar y Uno Venado-Serpiente de Puma. Son los
correspondientes mixtecos de Ometecuhtli y Omecíhuatl, los Señores Dos,
que representan el principio dual de todo el universo. En el mito mixteco,
estas dos divinidades separan la luz de la oscuridad, la tierra del agua, el
arriba del abajo, y crean a los cuatro dioses creadores que habrían de dar
nacimiento a los otros y a la humanidad, que fue creada a base de maíz. Cuenta
la leyenda que uno de los cuatro hijos de la pareja primigenia hizo un agujero
en un árbol que se encontraba en las nubes y copuló con él. Se identifica a
este personaje con el nombre calendárico Nueve Viento, uno de los nombres de la
Serpiente Emplumada. De este modo, el árbol quedó fecundado, y alumbró al poco
tiempo. De él nació un hombre que habría de retar al sol, señor de la Mixteca,
en un duelo a muerte. El mito del Flechador del Sol relata que este personaje
disparó sus flechas contra el astro, mientras el sol le combatía con sus rayos.
Así pasaron hasta el atardecer, en que el sol cayó herido de muerte (y esta
sería la explicación del color encarnado de los atardeceres) y se ocultó tras
las montañas. Como el Flechador del Sol temía que el astro renaciera y
reclamara sus antiguos terrenos, trajo a la gente y los hizo asentarse en la
tierra que había ganado, y los apresuró a cultivar las milpas de maíz en esa
misma noche. De esta suerte, cuando el Sol renació al día siguiente, nada pudo
hacer, y de esta manera, los mixtecos se convirtieron en dueños de la región
por derecho divino y militar. Los mixtecos son uno de los pueblos más antiguos
de Mesoamérica. Su lengua pertenece al grupo de lenguas mixtecanas,
emparentadas con el zapoteco y el otomí. Existen indicios de ocupación humana
en la Mixteca desde el quinto milenio antes de la era cristiana; sin embargo,
sólo después del desarrollo de la agricultura en Mesoamérica inició el proceso
que dio origen a la cultura mixteca prehispánica. Alrededor del tercer milenio
antes de la era cristiana aparecieron los primeros poblados agrícolas en la
región, cuya economía estaba basada en los cuatro cultivos básicos
mesoamericanos: el chile, el maíz, el frijol y la calabaza. Dos mil años más
tarde, en pleno período Preclásico Medio, la Mixteca fue el escenario de una
revolución urbana, donde los núcleos de población crecieron y se integraron en
la amplia red de intercambios que unió a los pueblos mesoamericanos. Como la
mayor parte de las sociedades mesoamericanas, los mixtecos no formaron una
unidad política en la época prehispánica, sino que estaban organizados en
pequeños Estados compuestos por varias poblaciones enlazadas por relaciones
jerárquicas. La historia de la Mixteca en el Preclásico y el Clásico es poco
conocida, sobre todo en relación con otros pueblos mesoamericanos
contemporáneos o con la época de florecimiento de la Mixteca, correspondiente
al Posclásico. En esa época ocurrió la emergencia del expansionismo de Tututepec,
una ciudad fundada por Ocho Venado que llegó a dominar un amplio territorio
entre la Mixteca de la Costa y la Mixteca Alta, al tiempo que estableció una
serie de alianzas con algunos Estados del centro de Mesoamérica. Salvo casos
aislados, como el de Tututepec, la mayor parte de la Mixteca fue ocupada de
modo pacífico por los españoles a partir de la segunda década del siglo XVI.
Período
Preclásico
En la Mixteca, las primeras poblaciones sedentarias comenzaron a
aparecer a partir del siglo XVI antes de la era cristiana. Esta etapa de la
historia del pueblo mixteco corresponde con la Fase Cruz en la Mixteca Alta,
las fases Pre-Ñudée y Ñudée en la Mixteca Baja y la fase Charco en la Costa. El
desarrollo de estas primeras aldeas agrícolas en la región fue contemporáneo al
que estaba ocurriendo en otras zonas de Mesoamérica, como el centro de México,
los valles Centrales de Oaxaca y la costa del golfo de México. Sin embargo, las
comunidades mixtecas del periodo Formativo nunca alcanzaron las dimensiones de
las poblaciones protourbanas de los Valles Centrales, como San José Mogote y Monte
Albán. El patrón de asentamiento de los mixtecos en aquellos años consistía en
pequeñas comunidades dedicadas a una agricultura incipiente, aunque existe
evidencia de su incorporación en la red de intercambios internacionales de
Mesoamérica. Un ejemplo de esta vinculación a otras sociedades mesoamericanas
es la influencia del estilo olmeca en la cerámica de la Mixteca Alta. En sitios
como Huamelulpan y Tayata se han encontrado figurillas que poseen
características iconográficas olmecas, estilo ampliamente difundido en casi
toda Mesoamérica durante el primer milenio antes de la era cristiana. Por otra
parte, en el área nuclear olmeca se han encontrado objetos de cerámica Rojo
sobre Bayo que fueron producidas indudablemente en la región de Tayata, de
acuerdo con los estudios que se han realizado sobre la composición química de
esos materiales arqueológicos. Durante el período de formación de los rasgos
culturales de los mixtecos, la estratificación social era incipiente, como
muestran las pocas diferencias que se han encontrado en los restos de las viviendas
correspondientes a esos tiempos. Por otra parte, la función de las
edificaciones tampoco estaba claramente diferenciada.
Hacia el final del Preclásico Medio —época en que Mesoamérica vio el
florecimiento del estilo olmeca, de gran difusión en el área— en la Mixteca
Alta comenzaron a aparecer algunas poblaciones que albergaron en su época de
apogeo a varios miles de personas. Entre ellas se encontraban Monte Negro y Huamelulpan,
situada la primera cerca de Tilantongo, que varios cientos de años después
sería la cabecera de uno de los Estados mixtecos más poderosos; y la segunda,
en la zona de Tlaxiaco. Por otro lado, en la Mixteca Baja la población de Cerro
de las Minas comenzó a florecer en el valle del río Mixteco. En esta época, que
abarca aproximadamente del siglo V a. C. al siglo II d. C., las
sociedades mixtecas vivían un proceso de diferenciación social que se refleja
en la aparición de algunas edificaciones de carácter público en poblaciones
como Yucuita, Etlatongo, Tayata y Huamelulpan en la Mixteca Alta; y Cerro de
las Minas y Huajuapan en la Mixteca Baja. La estratificación cada vez más
definida de las poblaciones mixtecas de esta época son el reflejo del proceso
que dio lugar al nacimiento de los primeros Estados en la zona a partir de las sociedades
de jefatura. La estructura política al final de la fase Cruz Tardía en la
Mixteca Alta estaba constituida por una serie de Estados que dominaban pequeños
territorios donde existieron numerosas poblaciones organizadas de modo
jerárquico. La jerarquía de las poblaciones ha sido observada en la cantidad de
monumentos arquitectónicos que albergaba cada localidad, lo que ha permitido
inferir el tipo de relaciones que había entre el centro de relevancia regional
y los pueblos de segunda línea. Un caso bien conocido es el de Huamelulpan,
cuyo rápido crecimiento relegó a Tayata —que fue una de las mayores poblaciones
mixtecas del Preclásico Medio— a una segunda posición, provocando la
contracción poblacional y el cese de las obras arquitectónicas en Tayata hacia
el siglo III a. C.. La revolución urbana en la Mixteca fue
contemporánea del proceso que llevó a la formación del estado zapoteco
encabezado por Monte Albán. Las poblaciones zapotecas de Los Valles que
emergieron en el Preclásico Medio tenían dimensiones comparables con las
poblaciones mixtecas de la sierra. Sin embargo, la historia de Monte Albán
marcaría varias diferencias con los señoríos mixtecos, entre ellos las
dimensiones espaciales bajo el dominio estatal. En la Mixteca, los estados
dominaban pequeños territorios que en ocasiones no rebasaban los cien
kilómetros cuadrados de superficie. En contraste, Monte Albán ocupó un
territorio mucho mayor y emprendió tempranamente una campaña expansionista que
le llevó a ocupar la Cañada de Cuicatlán y algunas regiones de la sierra de
Juárez. La influencia de Monte Albán en la Mixteca durante el Preclásico es
evidente: en varias localidades de la Mixteca Alta aparecen producciones
cerámicas con características similares a las de la cerámica zapoteca de Los
Valles: Huamelulpan producía urnas que guardaban cierta semejanza con las
producidas en Monte Albán, y en esa misma región se han encontrado
inscripciones en el sistema zapoteco de escritura. Sin embargo, no existe
evidencia de que Monte Albán haya dominado políticamente la Mixteca, por lo que
resulta plausible que estas influencias sean reflejo de un solo proceso
cultural que dio origen a ambas civilizaciones.
Período
Clásico.
En Mesoamérica, el período Clásico abarca aproximadamente el lapso de
tiempo comprendido entre los siglos I y VIII/IX, con algunas variaciones según
la historia local de cada área cultural. En toda Mesoamérica aparecen ciudades
de dimensiones y poblaciones considerables, con una clara especialización en el
uso del espacio y una diferenciación social que se refleja en las
características diversas de los restos de las construcciones. La influencia
cultural teotihuacana se hace sentir en toda la región, aunque sólo en algunas
localidades se ha probado la dominación política y militar de esta metrópoli.
Los lazos comerciales se hicieron más fuertes entre los distintos pueblos, ya
de por sí especializados en la producción de ciertos bienes de subsistencia y
de uso suntuario. Al igual que ocurre con el período Preclásico, la historia
del pueblo mixteco en esta fase de urbanización y emergencia de los grandes
Estados en Mesoamérica es poco conocida. El período Clásico en la Mixteca está
marcado por un proceso de sustitución de los centros del poder político en toda
la región. Algunas características de los Estados mixtecos del Preclásico
fueron heredadas a sus sucesores, entre ellos la fragmentación del control
sobre el territorio entre numerosas poblaciones organizadas de manera
jerárquica. En la Mixteca Alta, Yucuita fue reemplazada por Yucuñudahui como
sede del poder político en el valle de Nochixtlán; en otras zonas de la Mixteca
Alta, como el valle de Huamelulpan, no ocurrió este reemplazo, y Huamelulpan,
que fuera una de las principales poblaciones durante la fase Ramos Tardía, se
colapsó y perdió una parte importante de su población, aunque la ocupación de
la ciudad fue continua hasta el Posclásico. En toda la Mixteca Alta, la
densidad de población aumentó, lo que provocó la aparición de nuevas
localidades urbanas en los valles y montañas de la zona. Entre estas se
encuentran Monte Negro, Diquiyú, Cerro Jazmín en el centro; y la cuenca del río
Poblano en el valle de Coixtlahuaca. Aunque durante el período Preclásico el
proceso de urbanización en la Mixteca y Los Valles tuvo características
similares, para el período Clásico la situación es diferente. En algunos
trabajos se quiere ver en Yucuñudahui un homólogo mixteco de Monte Albán. Sin
embargo, a diferencia de la sociedad zapoteca, con una sola capital en Monte
Albán; los mixtecos estaban organizados en pequeñas ciudades estado que pocas
veces rebasaron los doce mil habitantes. De acuerdo con Spores, Yucuñudahui
sólo fue uno de los muchos estados que tuvieron su sede en el valle de
Nochixtlán. Por otro lado, en algunos casos la densidad de población en la
Mixteca era mayor que en los valles, como demuestra el estudio de los patrones
de asentamiento en la Mixteca Alta. Durante el Clásico mixteco aparecen
muestras de una sociedad claramente estratificada y se consolidan los rasgos
característicos de la religión mixteca, entre ellos, el del culto a la lluvia y
el relámpago, condensados en la divinización de Dzahui. Por otro lado, en la
Mixteca Baja apareció un complejo cultural de características propias que se
difundió por esa zona y el oriente del actual estado de Guerrero. El principal
centro de esta cultura —que Paddock llamó ñuiñe para diferenciarla de la
cultura mixteca — fue Cerro de las Minas (al norte de Huajuapan de León),
población cuyos inicios se remontan al Preclásico Tardío, pero cuyo
florecimiento ocurrió a partir del segundo siglo de la era cristiana. Cerro de
las Minas posee características urbanas similares a las ciudades de la Mixteca
Alta. Fue construida en torno a un conjunto de varias plazas pequeñas alrededor
de las cuales se distribuía el resto de la población —y es esta una de las
diferencias del urbanismo mixteco en comparación con otros pueblos
mesoamericanas cuyas ciudades se organizaban en torno a una sola y gran plaza
principal—. El espacio sobre el que se construyó fue modificado mediante la
construcción de terrazas, llamadas coo yuu (lama-bordo), por lo que la
ciudad cuenta con numerosas escalinatas. Cerro de las Minas fue embellecida con
numerosos relieves que contienen inscripciones en un sistema de escritura poco
conocido hasta la fecha, llamado ñuiñe. Las similitudes entre estas
inscripciones y las de las estelas zapotecas de Monte Albán sugieren una
relación muy fuerte entre Los Valles y la Mixteca Baja durante el Clásico. Otros
sitios en los que se han encontrado vestigios de la cultura ñuiñe en la Mixteca
Baja son San Pedro y San Pablo Tequixtepec, la cueva de Tonalá y el Puente
Colosal en Oaxaca; Acatlán de Osorio, Hermengildo Galeana y San Pablo Anicano (Puebla);
y en numerosos sitios de La Montaña de Guerrero, como Copanatoyac, Malinaltepec,
Zoyatlán, Metlatónoc y Huamuxtitlán.21 En muchos casos se trata de
muestras de cerámica de características similares a la producida en Cerro de
las Minas: fragmentos de vasijas con escasa o nula decoración, confeccionadas
con una pasta de color anaranjado parduzco cuya composición es similar a la cerámica
Anaranjado Delgado producida en Ixcaquixtla (Puebla), en la frontera norte de
la Mixteca Baja. Otros elementos característicos de la cultura ñuiñe son las
llamadas cabecitas colosales, pequeñas esculturas de piedra que
representan cabezas antropomorfas —algunas de las cuales son objeto de culto
por parte de las comunidades indígenas de la Mixteca guerrerense—; así como
ciertas urnas que representan al dios del fuego y a una versión local de
Dzahui, cuyas características eran similares a las efigies contemporáneas de Pitao
Cocijo producidas por los zapotecos de Los Valles. Durante el período Clásico,
la Mixteca Baja fue sede de los principales centros políticos de la Mixteca. El
relevo de los estados de la Mixteca Alta parece haber implicado una serie de
eventos que desestabilizaron políticamente a la región, de modo que una de las
principales características de las ciudades en Ñuiñe es su ubicación en puntos
estratégicos que facilitaban su defensa. Del mismo modo que Huamelulpan y sus
satélites durante el Preclásico Tardío; Cerro de las Minas, Diquiyú y otras
ciudades de la Mixteca Baja contaban con fortificaciones y sus edificios
administrativos y religiosos fueron construidos en las laderas de los cerros,
mientras que las zonas habitables se levantaron en zonas de acceso
relativamente más fácil. La guerra en la Mixteca Baja durante el Clásico pudo
haber sido ocasionada no sólo por la competencia entre los estados de la
región, también es probable que la rivalidad con los zapotecos de Los Valles
haya sido motivo de conflictos en la zona. A ello se le debe sumar que la
actividad bélica también podría haber estado relacionada con el ritualismo de
los sacrificios humanos y el juego de pelota. Hacia el siglo VII de la era
cristiana, la mayor parte de los pueblos mesoamericanos se enfrentaron a graves
crisis que llevaron al declive a varios de los Estados más poderosos, entre
ellos Teotihuacan y Monte Albán. Los Estados mixtecos también se enfrentaron a
estas perturbaciones generalizadas. En la Mixteca Baja, la cultura ñuiñe
desapareció hacia el final del período Clásico y varias de las ciudades más
importantes fueron parcial o completamente abandonadas, tanto en la Mixteca
Baja como en la Mixteca Alta. Sin embargo, no fueron pocas las ciudades que
como Cerro Jazmín y Tilantongo tuvieron una ocupación continua en la transición
del Clásico y el Posclásico.
El Posclásico es, con diferencia, el período mejor conocido de la
historia mixteca prehispánica, gracias a la conservación de la historia oral en
documentos coloniales, pero también a los códices que sobrevivieron a la
destrucción y al tiempo posterior a la llegada de los españoles a la Mixteca.
En Mesoamérica, el posclásico está marcado por el florecimiento de los Estados
militaristas. Ello no quiere decir que las sociedades de las etapas anteriores
hubiesen desconocido la guerra, pues las ciudades-Estado de la Mixteca estaban
protegidas por muros desde el primer milenio antes de la era cristiana. Lo que
ocurre es que en este período, la actividad militar parece haber cobrado una
importancia mayor, como demuestra la proliferación de la parafernalia asociada
con la guerra y el culto a las divinidades guerreras en toda la región. Para el
final del siglo VIII, el estilo ñuiñe comenzaba a declinar en la Mixteca Baja,
hasta que fue suplido paulatinamente por el estilo iconográfico propio de los
códices mixtecos. La aparición de un nuevo estilo artístico, acompañado de
otros cambios culturales como el arraigo de la veneración a la Serpiente
Emplumada y la construcción de alianzas interétnicas no es privativo de los
mixtecos del Posclásico Temprano y tiene sus antecedentes en los cambios
políticos y sociales del final del Clásico en el centro de México. En toda la
Mixteca la población comenzó a aumentar dramáticamente, aunque los cambios
demográficos más importantes tienen lugar en la Mixteca Alta. De acuerdo con
las investigaciones arqueológicas, en la Mixteca Alta el número de localidades
correspondientes a la fase Natividad (siglo X-XVI d. C.) se duplicó
con respecto a los existentes en la fase anterior, es decir, la fase Las
Flores. De la misma manera, la superficie ocupada por estas localidades se
incrementó de modo importante, alcanzando las 10 mil 450 hectáreas de
superficie urbana. Estas poblaciones estaban organizadas en pequeños Estados
hostiles entre sí, encabezados cada uno por una ciudad de primera importancia
que regía sobre otros poblados sujetos a su autoridad. La construcción de una
estructura jerárquica en las relaciones entre las cabeceras de los señoríos
mixtecos —llamadas ñuu— y sus satélites —llamados siqui— es
constante en la historia mixteca, aunque en este período se acentúa debido al
aumento de la población y a las estrategias políticas de las élites
gobernantes.
A partir del Posclásico, los
mixtecos tuvieron contactos más amplios con otros pueblos de lo que hoy es Oaxaca,
incluso a pesar de las diferencias lingüísticas y étnicas. Es especial el caso
de las relaciones entre mixtecos y zapotecos, presente en épocas anteriores
pero ahora más intensa. Estas relaciones no eran solamente resultado de su
vecindad en la misma región, tenían propósitos económicos y políticos. Se ha
documentado la existencia de una densa red de alianzas matrimoniales a nivel de
las élites mixtecas y zapotecas. Por ejemplo, en el Códice Nuttall se da
cuenta del casamiento de Tres Lagarto con una noble zapoteca de Zaachila, de
cuyo matrimonio nació Cocijoeza, futuro señor de esa ciudad que forjó un ejército
combinado de mixtecos y zapotecos y emprendió una campaña expansionista en los Valles
Centrales de Oaxaca. Son numerosas las ciudades de Los Valles que muestran
indicios de la presencia mixteca, incluida la misma Monte Albán, donde Alfonso
Caso rescató el tesoro de la Tumba 7. La existencia de obras de influencia
mixteca en Los Valles ha sido motivo de especulación por parte de los
especialistas. Para algunos, es evidencia del expansionismo mixteco, de modo
que los zapotecos de Los Valles habrían sido dominados políticamente por los
mixtecos. Sin embargo, es plausible también que las alianzas matrimoniales y
políticas entre mixtecos y zapotecos hayan favorecido la difusión del arte
mixteco en el territorio zapoteca, arte que fue empleado como elemento de
prestigio por la élite de las ciudades zapotecas. Además de Monte Albán, otras
ciudades de Los Valles que muestran objetos arqueológicos de manufactura o influencia
mixteca son Mitla, Lambityeco, Yagul, Cuilapan y Zaachila; ésta última fue la
más importante de las urbes zapotecas hasta su conquista por parte de los mexicas
en el siglo XV.
Colonización
de La Costa
Desde el Preclásico, la costa de Oaxaca estuvo ocupada por pueblos de
habla zapotecana. De acuerdo con análisis glotocronológicos, la separación
entre el idioma chatino y el resto de las lenguas del grupo zapotecano debió
ocurrir alrededor del siglo V a. C. En contraste, las variedades
costeñas del mixteco parecen haberse separado del resto de las hablas de la
Mixteca Alta hacia el siglo X u XI de la era cristiana, de donde se infiere que
la presencia de los mixtecos en la costa es relativamente tardía. A la luz de
estos datos y del análisis de los objetos arqueológicos encontrados en la
región, es probable que la identidad lingüística de los habitantes del valle
del bajo río Verde durante el Preclásico y el Clásico haya sido zapotecana,
desplazados desde el centro de Oaxaca. Si bien las relaciones entre el valle
del bajo río Verde y la Mixteca Alta no están completamente descartadas por
cuestiones de vecindad geográfica, la presencia de los mixtecos en la región de
La Costa es producto de una colonización tardía. El movimiento masivo de los
mixtecos a las poblaciones de La Costa ocasionó un cambio en las relaciones de
poder en estas comunidades. Los pueblos zapotecanos, como los chatinos,
quedaron bajo el dominio político de las élites mixtecas. Los cacicazgos
mixtecos de La Costa poseían, por ello mismo, una población multiétnica como el
caso de Tututepec. Si bien esta localidad tuvo ocupación anterior al
Posclásico, presenta indicios de un crecimiento demográfico espectacular entre
los siglos IX y X, relacionado precisamente con la migración mixteca desde las
tierras altas. A partir del siglo XI, Tututepec jugaría un papel fundamental en
la historia mixteca, al ser la primera sede de Ocho Venado, señor mixteco que
habría de dominar un territorio de más de 40 mil kilómetros cuadrados después
de unificar numerosos estados hostiles, ya venciéndolos militarmente, ya
estableciendo alianzas políticas con ellos.
Conquista
mexica
A la muerte de Ocho Venado, sus hijos heredaron algunos de los más
importantes señoríos que formaban parte del reino bajo el dominio de Tilantongo.
En otras ciudades de la Mixteca, las antiguas élites locales recobraron su
poder. El restablecimiento del antiguo sistema de organización política en
pequeños estados implicó el renacimiento de los conflictos entre algunos de
ellos o el establecimiento de alianzas o confederaciones. Por esta época, la
Mixteca —y en especial la Mixteca Alta— era una de las regiones más prósperas
de Mesoamérica. Exportaba artículos de gran lujo a otras regiones, como la cerámica
policroma, arte plumario, orfebrería, tallas en cristal de roca, hueso y
madera; así como bienes de subsistencia propios de las regiones tropicales y
las zonas de clima templado. La Mixteca se encuentra estratégicamente entre la
parte central de México y el sureste Mesoamericano, por lo que en la época de
expansionismo de la Triple Alianza formada por México-Tenochtitlan, Tetzcoco y Tlacopan
—confederación llamada Excan Tlatoloyan—, rápidamente despertó los
intereses de los mexicas y sus aliados de la cuenca del lago de Texcoco. Hacia
la segunda mitad del siglo XV, una gran parte de la Mixteca estaba bajo el
poder político, así como militar de Tenochtitlan. Algunas de las ciudades más
importantes de la región fueron convertidas en centros concentradores del tributo
exigido por los conquistadores, entre ellos Coixtlahuaca, que hasta antes de la
conquista mexica se había convertido en una de las mayores urbes de
Mesoamérica. El avance de los mexicas en la Mixteca Alta les permitió dominar
también los Valles Centrales de Oaxaca, en su afán por asegurar su predominio
en las rutas comerciales entre el altiplano mexicano y la costa del Pacífico de
Guatemala y Chiapas. Los mexicas intentaron conquistar también la costa mixteca
y el istmo de Tehuantepec, pero fueron derrotados por una alianza entre los
zapotecos y mixtecos tanto en sus campañas contra Tututepec —que por la época
dominaba un territorio de aproximadamente 25 mil kilómetros cuadrados en la
Costa Chica de Oaxaca— como en las realizadas en el istmo. De especial
importancia resultó la victoria mixteco-zapoteca en Guiengola, una fortaleza
donde los mexicas fueron definitivamente derrotados por los defensores del
istmo de Tehuantepec.
Conquista
española
La llegada de los españoles a la costa de Veracruz provocó diversos
tipos de reacciones. Varios pueblos vieron en los españoles la oportunidad de
liberación, entre ellos, los zempoaltecas y los tlaxcaltecas. Tras la caída de
México-Tenochtitlan en 1521, los españoles y sus aliados indígenas concentraron
sus ataques hacia otros pueblos tales como los mixtecos. Pero a diferencia de
lo que sucedió en la parte central de México; la mayor parte de los mixtecos
establecieron convenios con los españoles, dando lugar a un proceso de mutua
adaptación cultural que a su vez permitió que los mixtecas conservaran varias
de sus tradiciones y costumbres, tales como su lengua, prácticas comerciales,
métodos agrícolas, etcétera. Sólo algunas partes en la Mixteca se resistieron
militarmente a la conquista de los españoles como en el caso de Tututepec.
Sistema
de parentesco
De acuerdo con los datos disponibles, Ronald Spores y Kent Flannery han
afirmado que en el Posclásico, los mixtecos tenían un sistema de parentesco de
tipo hawaiano. Esto significa que se trataba de un sistema bilateral que
permitía, entre otras cosas, que las personas tuvieran derechos de sucesión
sobre los bienes y títulos de sus dos progenitores, así como la participación
de la mujer en las altas esferas de poder, como muestran las 951 mujeres nobles
registradas en los códices mixtecos precolombinos. En un sistema de parentesco
hawaiano, una persona designa con el mismo término a su padre y a todos sus
tíos varones. De la misma manera, emplea el mismo término para referirse a su
madre y a todas sus tías. Como consecuencia de esto, sus hermanos y los hijos
de sus tíos son designados con la misma palabra.
Clases
sociales
Durante la época prehispánica, la sociedad mixteca se caracterizó por su
alta jerarquización. Sin embargo, las diferencias no aparecieron
espontáneamente. El proceso de estratificación fue paralelo al desarrollo de la
sociedad mixteca. Los estratos de la sociedad mixteca tienen su origen en la sedentarización
de este pueblo y fueron influidos por los procesos políticos, históricos,
económicos y culturales que ocurrieron en la Mixteca desde el siglo XVI a. C.
En su inicio, las poblaciones mixtecas contaban con una incipiente
estratificación. Los restos de las poblaciones del Preclásico Tardío y Medio no
presentan grandes diferencias cuando se comparan unas viviendas con otras, y el
uso de las construcciones de estos asentamientos no parece ser demasiado
especializado. Los bienes de los que disponían los mixtecos en aquellos siglos
parecen haber sido limitados, y no hay evidencia que permita distinguir
claramente las zonas habitables de la élite con respecto al resto de la
población, aunque sí es posible admitir la existencia de una gradación en los
niveles de bienestar entre los habitantes de una misma localidad.
La transición al Clásico marca el desarrollo de la vida urbana plena en
esta región y en la mayoría del territorio mesoamericano. La consolidación de
las organizaciones estatales en la Mixteca implicó un proceso de mayor
diferenciación que tendió a legitimarse por medio del uso de la ideología y de
las alianzas a nivel de la élite con el propósito de reproducir las
desigualdades entre los estratos de la sociedad. El surgimiento del estilo
ñuiñe en la Mixteca Baja —la zona más próspera de la Mixteca en el Clásico— es
una muestra de la voluntad de los grupos gobernantes de hacer patentes las
diferencias entre ellos y el resto del pueblo. Las crónicas españolas coloniales
hablan de numerosos estratos de la sociedad mixteca, sin embargo, todos ellos
pueden ser reducidos a los siguientes grandes grupos:
- yya es el título que recibía el señor de cada cacicazgo mixteco;
- dzayya yya era el grupo constituido por la nobleza mixteca, formaban una misma categoría con el rey;
- tay ñuu, la gente libre;
- tay situndayu, terrazgueros;
- tay sinoquachi y dahasaha, sirvientes y esclavos respectivamente.
En general, no había demasiadas posibilidades de ascender de categoría
en la escala social. Los matrimonios entre los dzayya yya implicaban que
este grupo conservaría siempre su posición privilegiada y la heredaría a su
descendencia. Los nobles de distintos pueblos mixtecos practicaban la endogamia,
lo que además generó una complicada red de alianzas a nivel de la élite que
servía como medio de reproducción de la desigualdad social así como para
mantener el orden en la región. La gente libre, los tay ñuu, eran dueños
de sí mismos y del producto de su trabajo en la tierra, cuya propiedad era
comunal. Los terrazgueros, por su parte, eran personas que, a causa de la
guerra, habían perdido la potestad sobre el producto de su trabajo y debían
pagar tributo a los nobles. Los últimos grupos en la escala social de los
mixtecos poseían menos derechos que los otros y sus vidas podían ser dispuestas
por la nobleza para el fin que fuese necesario.
Organización
política
Como se ha dicho, una de las características más acentuadas del sistema
político de los mixtecos precolombinos es la fragmentación en numerosos estados
que dominaban pequeños territorios y en varias ocasiones se encontraban en
conflicto entre sí. Desde el Preclásico Medio aparece una estructura jerárquica
entre las poblaciones que formaban parte de un mismo Estado. El lugar que cada comunidad
ocupaba en esta estructura se manifiesta en el número de construcciones
monumentales que cada una de ellas poseía. Por otra parte, el poder de cada
pequeña urbe o pueblo no era estático, sino que se encontraba en juego
constante ante la competencia entre los diferentes centros de población. De
este modo, puede entenderse que en la transición del Preclásico al Clásico
algunas poblaciones cedieran su posición de privilegio a otras, tal como
ocurrió con Yucuita, reemplazada por Yucuñudahui.
Los ñuu (mixteco: pueblo, comunidad) eran la unidad
primaria de las relaciones políticas entre los mixtecos del posclásico. Un ñuu
podía ser o no la cabecera de un Estado. La vida política de los Estados
mixtecos se desenvolvía en una red conocida como yuhuitayu (el
asiento, el petate). Esta unidad política consistía en la unión dinástica
de dos linajes locales a través del matrimonio de un yya toniñe (noble
señor) y una yya dzehe toniñe (noble señora). Las élites
gobernantes recurrían a numerosas estrategias con el propósito de mantener su
poder. Una de ellas era el establecimiento de alianzas de élite. Las alianzas
se solían sellar mediante el matrimonio entre los miembros de los linajes
nobles, lo que con frecuencia implicaba casamientos incestuosos. El
establecimiento de afinidades de parentesco solía realizarse con el propósito
de relacionarse con los linajes más prestigiosos de la nación mixteca e,
incluso, con la nobleza extranjera, como muestran los recurrentes casamientos
entre miembros de la realeza mixteca y zapoteca a lo largo de los más de veinte
siglos de historia prehispánica de estos pueblos.
Actividades
económicas
Agricultura.
Como el resto de los pueblos de la Mesoamérica precolombina, la
subsistencia de los mixtecos estaba basada en la agricultura. Las condiciones
ecológicas y topográficas del territorio de este pueblo condicionaron el
desarrollo de ciertos cultivos adaptados a la diversidad de ambientes en la Mixteca.
Desde luego, el más importante de los cultivos de este pueblo fue el maíz, al
que estaban asociados otros cultivos de vital importancia en la dieta de los
mesoamericanos. Entre ellos hay que señalar diversas variedades de frijol, chile
y calabaza. En los lugares donde el clima lo permitía, existían cultivos de
especies de uso no necesariamente alimentario. Entre ellos, cabe destacar el algodón
—adaptado a los climas semitropicales de la Mixteca Baja, la Cañada de
Cuicatlán y la Costa de Oaxaca—, y el cacao, propio de las zonas con mayor
humedad. Uno de los grandes problemas que afrontaron los mixtecos en épocas
precolombinas es el abrupto relieve de la Mixteca y la escasez de agua en la
región. La agricultura ofrecía mejores rendimientos en los valles intermontanos
de la Mixteca Alta, por lo menos en comparación con la Mixteca Baja, de clima
más cálido y seco, y la Mixteca de la Costa. Se han encontrado indicios de
terrazas artificiales en las laderas de las montañas que rodean valles como el
de Tlaxiaco. Las terrazas tenían como propósito ampliar la escasa superficie
cultivable mediante el aplanamiento intencional de las pendientes; así como el
mejor aprovechamiento del agua disponible. Por otra parte, en las zonas más
secas se desarrollaron cultivos alternativos, como el del pitayo. La
accidentada geografía de La Mixteca obligó a sus habitantes a desarrollar un
conjunto de tecnologías que permitieran una agricultura redituable. En las
laderas de la sierra Mixteca construyeron terrazas llamadas coo yuu
(lama-bordo). Para ello se valieron de diques de mampostería que permitían
conservar el suelo deslavado de los taludes de la montaña. De acuerdo con los
campesinos modernos del valle de Nochixtlán, el uso de las terrazas mixtecas
permite al cabo de 3 ó 4 años la formación de una plataforma que produce buenas
cosechas de maíz. Las coo yuu requerían mantenimiento, pues la erosión y
el uso agrícola de las terrazas provocaban el desgaste del suelo nutritivo.
Para estas labores, en la Mixteca Alta se empleaba caliche obtenida de minas en
la región. Los mixtecos antiguos empleaban el sistema de tumba-roza-quema para
ganar terrenos de cultivos. Es decir, desmontaban la vegetación original de las
laderas de los montes y procedían a quemarla para emplear los restos vegetales
como abono de sus cultivos. Ello ocasionó una grave deforestación que afectó a
gran parte del territorio mixteco, considerado como uno de los más erosionados
en la República Mexicana.
Actividades
complementarias. En Mesoamérica se domesticó un número muy reducido de especies animales.
El guajolote (Meleagris gallopavo) y el xoloitzcuintle son dos de ellos,
y su presencia está probada en todos los rumbos de Mesoamérica. Ambos
constituían una fuente de carne que se consumía en pequeña escala en las
sociedades indígenas. En la Mixteca, adicionalmente, se desarrollo la crianza
de la cochinilla, un parásito aprovechado por la industria textil. La especie
es un parásito del nopal. Aún se cría en los climas templados de la Mixteca
Alta y otras partes del norte y centro de Oaxaca. De él se obtiene un colorante
llamado carmín o grana cochinilla, apreciado por su intenso color rojo. El
cultivo de la cochinilla perduró como una de las principales actividades de la
región hasta el siglo XIX, cuando el descubrimiento de los colorantes
sintéticos lo desplazó. La base de la economía de todos los pueblos
mesoamericanos era la agricultura. Los mixtecos, como el resto de los pueblos
mesoamericanos, recurrieron a la cacería, la recolección y la pesca para
complementar su dieta y cubrir otras necesidades. Una de las ventajas que
presentaba el territorio de los mixtecos era su gran diversidad de microclimas,
por lo que muchos de los señoríos que se desarrollaron en el área prácticamente
eran autosuficientes en materia de subsistencia. Los habitantes de la Mixteca
se incorporaron en la amplia red de intercambio comercial mesoamericana. Además
de los frutos del trabajo agrícola y la cochinilla, los mixtecos comerciaban
con materias preciosas y manufacturas. Desde fechas muy tempranas, se
integraron como productores de minerales, entre ellos la magnetita. Se ha
probado que durante el Preclásico Medio (ss. XII-V aC), la cerámica Rojo sobre
Bayo de Tayata (Mixteca Alta) era producto de comercio con los olmecas de la
costa del golfo de México.
Lengua
y literatura. A la llegada de los españoles, en la Mixteca se hablaban numerosas
variedades del idioma mixteco, ya para ese entonces con diversos grados de
inteligibilidad mutua. De acuerdo con Spores (1967 y 2007) hacia el Preclásico
la lengua hablada en la región era el idioma protomixtecano, del que derivan no
sólo todas las lenguas mixtecas conocidas en la actualidad, sino también el triqui,
que hablan los miembros del pueblo homónimo en la parte meridional de la
Mixteca Alta. Los grados de divergencia entre las numerosas lenguas mixtecas de
la actualidad son producto de la historia de sus hablantes: por ejemplo, según
análisis glotocronológicos, la variedad costeña del mixteco se separó del
mixteco nuclear de las tierras altas hacia el siglo X u XI de la era cristiana,
lo que coincide con la tardía colonización de la Costa Chica por parte de los
mixtecos. Los monjes dominicos que fueron encargados de la evangelización de
Oaxaca establecieron por primera vez una escritura fonética de la lengua
mixteca. A los frailes Antonio de los Reyes y Francisco de Alvarado se debe la
edición de la primera gramática en la lengua que se hablaba en la Mixteca Alta
por el tiempo de la Conquista. La variedad recogida por los dominicos parece
corresponder con la empleada en Yucundaa (Teposcolula), que pudo haber servido
como lingua franca en la región. La ortografía de la variedad de
Teposcolula fue adaptada luego para escribir la lengua mixteca, cuyo nombre en
la época de la Conquista fue dzaha dzahui. Como otros pueblos de
Mesoamérica, los mixtecos también cultivaron formas literarias. Contaban con
una escritura pictográfica, de la que se conservan testimonios prehispánicos
como los códices Nuttall (Tonindeye), Selden, Vindobonensis,
Becker I y Colombino. Salvo este último, que se encuentra en
México, el resto de los códices precolombinos creados por los mixtecos que
sobrevivieron a la destrucción se encuentran en museos y bibliotecas de Europa.
Estos códices sirvieron como instrumentos mnemotécnicos, de modo que las
pinturas que aparecen en sus páginas podían traducirse en un texto oral por
acto de quien conoce las claves para interpretarlos.
Escritura.
Como casi todas las sociedades mesoamericanas, los mixtecos
desarrollaron un sistema de escritura. Los primeros indicios del uso de la
escritura en el área mixteca corresponden a la Mixteca Alta, en el Preclásico
Tardío (ss. V a. C.-I d. C.). En Huamelulpan se han localizado algunos dinteles
con inscripciones calendáricas que podrían ser los nombres de algunos
dirigentes de la antigua ciudad mixteca. Sin embargo, estas inscripciones se
encuentran realizadas en el sistema zapoteco de escritura. a partir del cual se
originaron los varios sistemas empleados más tardíamente en el centro de
Mesoamérica hacia el Clásico y el Posclásico. El florecimiento de la Mixteca
Baja en el Clásico trajo también el desarrollo de la escritura ñuiñe, aunque su
semejanza con la escritura zapoteca de Monte Albán complica la identificación
de su área de difusión. Hacia el inicio del Posclásico (siglo IX) aparece la
llamada escritura mixteca, que forma parte de una gran corriente estilística
denominada estilo Mixteca-Puebla o estilo internacional del Posclásico
mesoamericano. Esta escritura es básicamente pictográfica, aunque no son
pocos los elementos jeroglíficos e ideográficos que la complementan. La
escritura mixteca sirvió como canal para la conservación de las creencias de
este pueblo y de algunos aspectos de su historia. Se debe a Alfonso Caso la
demostración de la autoría mixteca de los códices que hoy forman parte del
llamado grupo mixteco, que durante mucho tiempo fueron atribuidos a los mexicas
o a los mayas.
Religión.
Los mixtecos de la época prehispánica tuvieron una religión animista. De
acuerdo con la información que se ha obtenido de los documentos pictográficos
producidos por este pueblo, la proveniente de fuentes históricas coloniales y
del análisis de la evidencia arqueológica, se puede decir que comparte con
otras religiones mesoamericanas algunos rasgos muy característicos, entre
ellos, la creencia en un principio dual primigenio que dio origen al mundo como
se le conoce. Otro rasgo común entre la religión mixteca y el resto de las
religiones mesoamericanas es la creencia en que el mundo ha sido creado y
destruido en varias ocasiones. De acuerdo con el Códice Vindobonensis, Uno Venado-Serpiente de Jaguar y Uno Venado-Serpiente de Puma crearon a los primeros seres del mundo, los
ñuhu (AFI: [ɲuʔu]), que ayudaron a ordenarlo. Todos los seres de la primera creación
fueron petrificados cuando el Sol —venerado en la Mixteca con los nombres de Yya
Ndicahndíí y Taandoco— se elevó sobre el firmamento, aunque algunos
de ellos se refugiaron en las cuevas y no perecieron. Los ñuhu
encarnaban a los elementos mismos de la naturaleza: el fuego, el viento, el
agua, la tierra, la vegetación, la fauna. Como se creía que algunos de ellos se
refugiaron en las cuevas para no ser petrificados, uno de los elementos
distintivos de la religión mixteca era el culto a las montañas y en las
cavernas. Algunas de ellas eran —y siguen siendo— destino de peregrinaciones
piadosas de los mixtecos, entre las más conspicuas de estas galerías
subterráneas se encuentran las grutas de Chalcatongo en la Mixteca Alta, donde
se encontraba el santuario de Nueve Hierba, la diosa de la muerte de los
mixtecos. El dios tutelar de los
mixtecos fue Dzahui —literalmente Lluvia —, divinidad de la lluvia y del
agua celeste. Tan importante fue el culto a la lluvia para los mixtecos que su
nombre nativo los califica como el pueblo de la lluvia, es decir, el pueblo
elegido por Dzahui. Comparte muchos atributos con el Tláloc del centro de
Mesoamérica, venerado por los teotihuacanos, toltecas y mexicas y que aparece
en numerosas vasijas-efigie encontradas especialmente en la Mixteca Alta. El
culto de Dzahui en la mixteca es antiquísimo, su aparición se remonta al final
de Preclásico Tardío, es decir, entre los siglos V a. C. y
II d. C. Por otra
parte, en la Mixteca Baja, la sociedad ñuiñe se caracterizó por el culto al
dios viejo del fuego, Huehuetéotl, venerado desde tiempos antiquísimos en toda
el área mesoamericana. Se ha especulado con la posibilidad de que el culto a
Huehuetéotl haya sido uno de los primeros en tomar forma en Mesoamérica, puesto
que sus representaciones se han encontrado en poblaciones tan antiguas como Cuicuilco
hasta las grandes urbes del Posclásico como la propia Tenochtitlan. El culto al
fuego en la Mixteca Baja también se refleja en la toponimia de la región: Ñuiñe,
que es el topónimo mixteco de la zona, y que quiere decir Tierra caliente.
Las representaciones ñuiñe de la divinidad del fuego comparten con otras
representaciones mesoamericanas de la misma divinidad varios atributos. Se
representa como un anciano en posición sedente, que carga sobre la cabeza un
gran brasero. En algunas efigies obtenidas en Cerro de las Minas, el dios
mixteco del fuego aparece sosteniendo entre las manos sahumadores o vasijas
especiales para encender tabaco. En la Mixteca Baja, el culto al fuego convivió
con el culto a la lluvia durante el período de florecimiento del estilo Ñuiñe
(siglos III-VII d. C.); el declive de esta sociedad implicó también
el ocaso del culto al fuego en la Mixteca Baja, como indica el menor número de
representaciones de esta divinidad en la región. El sacrificio humano entre los mixtecos fue una práctica ritual
de bastante antigüedad. En la zona arqueológica de Huamelulpan se han
encontrado los restos de algunos cráneos que debieron formar parte de un tzompantli.
Los rituales más importantes de la vida de las sociedades prehispánicas de la
Mixteca incluían sacrificios de animales o de seres humanos, como demuestran
varios acontecimientos importantes en las crónicas sobre el pasado precolombino
de los mixtecos. Un caso particular es el sacrificio de los descendientes de
los señores de Bulto de Xipe y Jaltepec, sacrificados por orden de Ocho Venado
mediante sacrificio gladiatorio y flechamiento ritual. Ambas formas de
sacrificio humano estaban relacionadas con el culto a Xipe Tótec, el dios de la
fertilidad y patrono del linaje reinante en Lugar del Bulto de Xipe. Como el resto de la sociedad mixteca,
los religiosos también mantenían una estructura jerárquica bastante estable.
Los sumos sacerdotes del culto a una divinidad eran denominados yaha yahui
(águila-serpiente de fuego) De acuerdo con las creencias de los
mixtecos, los yaha yahui poseían la capacidad de transmutar en animales
y eran temidos por el poder que poseían sobre el mundo de lo sobrenatural.
Artes
El arte mixteco prehispánico está ampliamente relacionado con la
religión y el culto, algunas de las piezas más suntuosas estaban destinadas a
los altares de los templos o para usos rituales. Sin embargo, también hay otros
objetos que fueron usados por la élite política y religiosa y que estaban
destinados al disfrute cotidiano. La mayor parte de las piezas artísticas
mixtecas que se conocen en la actualidad corresponden al Período Posclásico
(ss. X-XVI), que es también el de mayor apogeo en La Mixteca y la mayor parte
de él. La sociedad mixteca favoreció el desarrollo de las artes menores,
alcanzando un preciosismo notable en el marco de la severidad del arte
mesoamericano. El débil desarrollo de la arquitectura y la escultura en piedra,
particularmente cuando se compara a los mixtecos con los pueblos vecinos como
los zapotecos, hizo pensar a Barbro Dahlgren que los artistas de este pueblo se
dedicaron simplemente a recoger las tradiciones artísticas de las culturas
anteriores. La arquitectura mixteca es relativamente sencilla, de acuerdo con
lo que de ella se conoce a partir de las excavaciones. En los sitios
arqueológicos de la zona se han encontrado vestigios de antiguas construcciones
que no alcanzaron nunca gran envergadura. A partir de los códices precolombinos
de este pueblo se sabe que los templos estaban ubicados sobre plataformas
piramidales que contaban con escalinatas de acceso. Los edificios civiles se
organizaban en torno a grandes plazas y en su interior las habitaciones estaban
organizadas alrededor de patios. En el caso de las viviendas destinadas a los
estratos más bajos de la sociedad, los materiales prevalentes eran poco
resistentes, entre ellos se encontraba el bajareque para los muros y la palma
para las techumbres. Muchas de las piezas mixtecas que se conocen son piezas de
cerámica, cuyo material durable ha resistido el paso del tiempo. Algunas de las
más antiguas corresponden al Preclásico Medio. Se trata de piezas que reflejan
influencia de los estilos olmeca y zapoteca, como en el caso de la alfarería
encontrada en Monte Negro. El estilo ñuiñe, que se desarrolló en la Mixteca
Baja durante el Clásico, también muestra una fuerte influencia zapoteca,
combinada con algunos elementos de inspiración teotihuacana. En esa zona y
durante ese período gozaron de popularidad las representaciones del dios del
fuego. Otras piezas características del estilo ñuiñe son las cabecitas
colosales que se han encontrado en Acatlán, Anicano y otras localidades de la
Mixteca poblana. En algunas localidades de La Montaña se conservan piezas de
estilo ñuiñe que siguen siendo objeto de culto por parte de los nahuas,
tlapanecos y mixtecos que habitan esa región. La etapa de mayor florecimiento
de la alfarería mixteca prehispánica fue el Período Posclásico. Durante esta
época se difundió en La Mixteca un estilo iconográfico que es heredero de las
tradiciones mesoamericanas anteriores, provenientes de Teotihuacan, la región zapoteca
y el área maya. Originalmente se pensó que este estilo era propio de la región
que comprende a Cholula, Tlaxcala y La Mixteca, por lo que se lo denominó mixteca-Puebla.
Sin embargo, al explorarse otras regiones de Mesoamérica se comprendió que el
estilo local mixteco forma parte de un estilo iconográfico panmesoamericano. La
cerámica mixteca del Posclásico es de un acabado muy fino y una gran riqueza
decorativa. El grosor del barro con el que esas piezas fueron confeccionadas es
muy delgado, su color es generalmente rojizo o café con un bruñido de alta
calidad que produce efecto de barnizado en las piezas. La superficie de estas
estaba decorada con gran profusión, con temas y colores similares a los que se
encuentran en los códices mixtecos. La cerámica policroma mixteca estaba
destinada al uso de la élite. Algunas piezas de este tipo de cerámica se han
encontrado fuera de la región mixteca. Son antiguas las muestras de la
escultura en la región mixteca. Se han encontrado estelas en diversas
localidades, por ejemplo en Yucuita y Yucuñudahui, que dan muestra del mismo
influjo cultural teotihuacano y zapoteco que alcanzó la cerámica durante el
Preclásico y el Clásico. Las estelas de Yucuita fueron poco trabajadas,
prácticamente consisten en grandes piedras con superficies y formas poco
trabajadas donde se inscribieron fechas y nombres calendáricos de personajes
importantes. En algunos sitios de tradición ñuiñe como Cerro de las Minas y Huajuapan
se han encontrado dinteles que adornaban las entradas de algunos edificios. Sin
embargo, las mejores esculturas mixtecas son pequeñas piezas talladas con igual
virtuosismo y profusión que los terminados de la cerámica. Los mixtecos
produjeron pequeños objetos suntuarios de hueso, madera, cristal de roca y
piedras semipreciosas como el jade y la turquesa, de una exquisitez tal que Alfonso
Caso llegó a compararlas con las «mejores tallas chinas». Muchos de estos
objetos han sido encontrados en contextos funerarios, como en el caso de la tumba
7 de Monte Albán, que dio al mundo una notable muestra del refinamiento
artístico de la sociedad mixteca.
Metalurgia
La metalurgia fue una actividad que se desarrolló tardíamente en Mesoamérica.
Christian Duverger sostiene que esto es resultado de una elección cultural de
los pueblos de la región, que convirtieron a Mesoamérica en una «civilización
de la piedra». Los testimonios más antiguos de la metalurgia en Mesoamérica
datan del final del período Clásico y proceden de Occidente de Mesoamérica. Se
sabe que esta tecnología fue importada desde América Central y Sudamérica,
donde se desarrolló mucho antes que en Mesoamérica. Por la época de la
Conquista, los tarascos de Michoacán trabajaban con gran habilidad el cobre y
otros metales, con los que fabricaban herramientas de uso cotidiano y objetos
suntuarios. En el área oaxaqueña, los
mixtecos también adoptaron la metalurgia durante el período Posclásico. Se han
encontrado hachas de cobre en la zona, muestra de que el trabajo de los metales
en Oaxaca prehispánica no fue sólo con motivos ornamentales. Las piezas más
conocidas de la orfebrería mixteca son las piezas de oro. El oro era
considerado por los mesoamericanos como excremento de los dioses y durante el
Posclásico se convirtió en un signo del Sol. Por ello, algunas de las piezas
más exquisitas de la orfebrería mixteca combinan el oro con la turquesa, la
piedra solar por excelencia en la cultura mesoamericana. Este es el caso del Escudo
de Yanhuitlán, una de las piezas de orfebrería mixteca más conocidas. Las
piezas de oro en la cultura mixteca formaron parte del conjunto de objetos cuyo
uso estaba reservado para los dirigentes. La vestimenta de los gobernantes del
Posclásico incorporaba numerosos elementos áureos, que se combinaban con una
amplia variedad de objetos de jade, turquesa, plumas y tejidos finos. A la
llegada de los españoles, muchas piezas de oro procedentes de La Mixteca fueron
fundidas para formar lingotes. Algunas de ellas fueron enviadas a Europa y
escaparon de la destrucción. Las excavaciones arqueológicas han permitido la
recuperación de un importante número de piezas en los yacimientos arqueológicos
de toda La Mixteca. Son notables los hallazgos de Zaachila y la tumba 7 de
Monte Albán. En este último lugar se encontró el mayor número de piezas de
orfebrería hallados en Mesoamérica en un solo sitio.
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